Life won't wait

domingo, 9 de octubre de 2011

De entre los muchos demonios que atacan sexualmente a los hombres y mujeres, tal vez los más fascinantes sean los íncubos y los súcubos, unas terribles critaturas que pululan por el mundo desde el medioevo y pueden envenenar tu mente, extraerte la energía sexual y espiritual, volverte loco de terror y placer y, si no pones remedio, incluso acabar con tu vida para mandarte directamente al infierno.
El mito del súcubo pudo haber surgido como explicación del fenómeno de las poluciones nocturnas y la parálisis del sueño. Según otras perspectivas, las experiencias de visitas sobrenaturales claras pueden ocurrir por la noche en forma de alucinación hipnogógica.
Un súcubo es un demonio que toma la forma de una mujer atractiva para seducir hombres, introduciéndose en sus sueños y fantasías, para tener relaciones sexuales con ellos. En general son mujeres de gran sensualidad, persuasión y carácter.
El íncubo se cuela en la mente femenina y siembra la lujuria, provocándole sueños húmedos, pensamientos de lubricidad desviada o exagerada, para pervertirla antes de atacar. Tras varias noches de precalentamiento, el íncubo se materializa y copula con la mujer en unos coitos tan salvajes y placenteros que la humana se derrite en mil orgasmos, a veces entrecortados por momentos de lucidez que deriva en auténtico horror. A la mañana siguiente, la interfecta no recuerda casi nada, sólo que ha tenido un sueño húmedo, brutal y extraño.
Los incubos atacan a todo tipo de mujeres que tengan una mínima energía sexual para alimentarse de ella, robándosela noche tras noche, de manera que el demonio se va haciendo cada vez más fuerte mientras su víctima (que, enganchada al placer, es capaz de dejar a su marido y todo para consagrarse al demonio) se debilita progresivamente, llegando en ocasiones a sufrir ataques al corazón o una muerte violenta ocasionada por el intenso placer sexual que su cuerpo, ya consumido, no soporta.

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